La mayoría de las personas con Enfermedad de Párkinson (EP), notan cambios en su capacidad comunicativa durante el desarrollo de la patología. La voz se altera de manera precoz, incluso a veces en la etapa prodrómica de la enfermedad. Más tarde, pueden aparecer problemas articulatorios, que pueden perjudicar más la inteligibilidad (Miller, 2017).

Uno de los signos que más frecuentemente aparecen en este nivel en las personas con EP es la disartria hipocinética progresiva, que suele estar presente entre en el 60 y 80 % de los pacientes. El habla de las personas que padecen esta enfermedad se caracteriza por una monotonía en sonoridad e intensidad, que además es baja, y tiene tendencia a desvanecerse hacia el final de la fonación, así como por una prosodia pobre (Fabri y cols. 2017).

Los movimientos hipocinéticos, y las dificultades para realizar una alternancia rápida y precisa de los movimientos de lengua y labios en tareas de fonación, le llevan a contactos articulares débiles, imprecisión articulatoria y palabras difíciles de diferenciar. Además, el hecho de intentar alcanzar un ritmo de habla normalizado, con una musculatura que, sin embargo, no se encuentra en óptimas condiciones, también contribuye a la pérdida de la inteligibilidad.

En estas personas, suelen presentarse también, problemas para el inicio de la fonación, de una forma similar a las dificultades de iniciación motora de las extremidades. A medida que avanza la enfermedad, puede llegar a aparecer una congelación paulatina a la que ocurre en la marcha. Se producen ataques lentos y pausas llamativas, cada vez más largas, para tomar aire entre palabras e incluso entre sílabas, provocando una reducción tanto de la fluidez como del ritmo (Maillet, 2012). También hay una mayor tendencia a acelerar el habla, en comparación con las personas sin afectación. Algunos pacientes, muestran corrientes cortas de discurso acelerado, normalmente para intentar producir enunciados más largos en una misma inspiración, que ya de por sí se encuentra reducida (Martínez-Sánchez, 2010). Después, se produce una vuelta al ritmo natural del habla, tras la dificultad de iniciar la fonación y/o la festinación del habla, nuevamente similar a lo que se encuentra en la marcha de las personas con EP.

parkinson

Las características acústicas del habla de la persona que presenta EP son un reflejo de los cambios que se producen a nivel fisiológico y anatómico, debidos a la pérdida de células dopaminérgicas en el sistema nervioso central. Esta pérdida del input dopaminérgico en el núcleo estriado y, con ello, la consecuente desregulación de los ganglios basales, provoca los déficits motores que afectan a los sistemas relacionados con el control motor del habla: articulatorio, respiratorio y fonatorio.

Existe también una alteración de la participación de las principales regiones motoras cerebrales subyacentes a la producción del habla (corteza motora orofacial y cerebelo), y una mayor actividad de las cortezas premotora y prefrontal. Además, la rigidez asociada a esta patología, afecta también a la musculatura torácica, laríngea y faríngea. Esto provoca una voz grave, menos efectividad en la resonancia, una pobre aproximación de los pliegues vocales, un tiempo de fonación reducido y un rango para modular la intensidad de la voz alterado. Puede observarse también una reducción de la variabilidad de la frecuencia fundamental (F0), que es el parámetro principal para analizar la entonación y la curva melódica que presenta cualquier vocalización. Las personas con EP producen menos cambios de intensidad en la F0 que las personas sanas (Martínez-Sánchez, 2010 y Maillet 2012).

A su vez, observamos una disprosodia, con dificultad para producir la prosodia emocional, pero también para identificarla en los demás. Unida a la reducción de la fluidez verbal y de los movimientos de brazos asociados al habla, así como los movimientos de la cadena o de la mímica facial, los gestos (la llamada prosodia visual), se pierde mucha información lingüística también. Este déficit contribuye a la percepción de que la persona con EP está triste, desinteresada o cansada. Estos cambios pueden afectar negativamente en el carácter y en la participación social de la persona (Munhall, 2004).

Un estudio en el que se aplicó el Voice Handicap Index (VHI) manifestó que los problemas a nivel de voz, contribuían a disminuir la calidad de la vida de los pacientes con EP (Majdinasab, 2012).

Actualmente, encontramos amplios estudios que apoyan la evidencia científica de las intervenciones no farmacológicas de la EP, como la eficacia de la logopedia y de la fisioterapia. La rehabilitación física está recomendada para estos pacientes, ya que el ejercicio protege y favorece la regeneración de conexiones nerviosas dañadas, mejora el equilibrio, el estado de físico y, con todo esto, aumenta la independencia y autonomía de la persona. Con una apropiada intensidad de ejercicio, los niveles de dopamina, pueden aumentar y mejorar los problemas motores (Lee, 2015). Pero ser una persona físicamente activa, resulta más difícil para las personas con EP, ya que existen deficiencias físicas, apatía y fatiga. El movimiento natural está dificultado, pero sin embargo el danzado se ve favorecido (Tubía, 2009).

Con respecto a la recuperación de funciones en el daño cerebral sobrevenido, está reconocida la capacidad cerebral para reorganizarse y llegar a la recuperación de funciones. Esta reorganización no resulta de forma espontánea, sino que es dependiente de la actividad. Este hecho, nos da algunas nociones de hacia dónde podemos dirigir nuestras intervenciones y facilitar los movimientos corporales y con ellos, los del habla.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Miller, N. (2017). Cambios en la comunicación en la enfermedad de Parkinson. Neurología práctica , 17 (4), 266-274.

2. Fabbri, M., Guimarães, I., Cardoso, R., Coelho, M., Guedes, LC, Rosa, MM, … y Ferreira, JJ (2017). Respuesta del habla y la voz a un desafío con levodopa en la enfermedad de Parkinson en etapa tardía. Fronteras en neurología , 8 , 432.

3. Maillet, A., Krainik, A., Debû, B., Troprès, I., Lagrange, C., Thobois, S., … y Pinto, S. (2012). Efectos de la levodopa en los movimientos de la mano y el habla en pacientes con enfermedad de Parkinson: un estudio de FMRI.

4. Martínez-Sánchez, F. (2010). Trastornos del habla y la voz en la enfermedad de Parkinson. revista de Neurología, 51(9), 542-550.

5. Munhall, KG, Jones, JA, Callan, DE, Kuratate, T. y Vatikiotis-Bateson, E. (2004). Prosodia visual e inteligibilidad del habla: el movimiento de la cabeza mejora la percepción auditiva del habla. Ciencias psicológicas , 15 (2), 133-137.

6. Majdinasab, F., Karkheiran, S., Moradi, N., Shahidi, GA y Salehi, M. (2012). Relación entre el índice de discapacidad de la voz (VHI) y la gravedad de la enfermedad en pacientes iraníes con enfermedad de Parkinson. Revista médica de la República Islámica de Irán , 26 (4), 157.

7. Lee, NY, Lee, DK y Song, HS (2015). Efecto del ejercicio de baile de realidad virtual sobre el equilibrio, las actividades de la vida diaria y el estado del trastorno depresivo de los pacientes con enfermedad de Parkinson. Revista de ciencias de la fisioterapia , 27 (1), 145-147.

8. Tubía M. Método tubía de rehabilitación del movimiento. 1st ed. [Madrid]: Cultiva; 2009.

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