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ESTIMULACIÓN DEL LENGUAJE EN LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA

Sandra Corvo

              El concepto de estimulación viene a explicar un proceso natural que se pone en práctica en la relación diaria que se tiene con el bebé. Es a través de este proceso por el que el niño podrá utilizar sus capacidades al máximo, ejerciendo mayor control sobre el mundo que le rodea y sintiendo una gran satisfacción cuando descubre que puede hacer más cosas de manera autónoma.

            A través de la repetición útil de diferentes eventos sensoriales que aumentan el control emocional, proporcionando al niño una sensación de seguridad y disfrute, y que amplían la habilidad mental que le facilita el aprendizaje, se desarrolla la estimulación. El crecimiento total de un individuo se lleva a cabo mediante la interrelación del desarrollo físico, mental, emocional y social, por eso, la estimulación temprana, producirá impacto en el crecimiento total del bebé, sin estar presionando ni acelerando ningún proceso evolutivo. Es decir, lo que busca es optimizar las capacidades del niño (González, 2007). 

            El desarrollo infantil se trata de un proceso dinámico y complejo, sustentado en la evolución biológica, psicológica y social. Esta evolución, avanza de manera paralela a la maduración del sistema nervioso, y se caracteriza por una progresiva adquisición de funciones como son la autonomía en el desplazamiento, el vínculo con el entorno, el control postural y la comunicación y el lenguaje verbal. 

            En los primeros años de vida, hay dos elementos de gran importancia que los niños deben alcanzar: el aprendizaje de la lengua materna y un desarrollo psicomotor. Estos elementos, pueden verse afectados por la influencia de varios factores de riesgo (Fernández, 2000). 

         Durante la primera infancia, aparecen la mayoría de afecciones comunicativas en el niño, siendo las que más prevalencia tienen las dificultades del lenguaje y del habla. Estas, tienen un impacto negativo en el desarrollo general del niño o de la niña, ya que afectarán a sus relaciones sociales, pero también a las habilidades cognitivas y al aprendizaje escolar (Santana, 2015). El lenguaje supone los cimientos del aprendizaje. 

            El desarrollo del lenguaje en el niño, se realiza de forma ininterrumpida desde su nacimiento. Es durante el primer año de vida cuando se forman las bases de la comunicación, por medio de las interacciones que realiza con las personas de su entorno. En estas interacciones son de gran importancia aspectos como la entonación, la prosodia, la mímica, la coordinación vista-sonido, el balbuceo… Todo ello son funciones comunicativas relacionadas con el contexto en el que se desarrolla el niño o la niña. También durante esta época, deberá ir desarrollando habilidades fonológicas y la discriminación auditiva adecuada, adquirirá el lenguaje de su entorno y empezará a comprender la gramática de su lengua. Especialmente entre los 2 y los 3 años habrá un desarrollo de gran importancia (López-Salas, 2014). 

            Según Vigotsky, los primeros años de vida constituyen “el período más saturado y rico en contenido, más denso y lleno de valor del desarrollo en general”. Lo más importante del desarrollo infantil reside en que el ritmo del desarrollo es máximo en el mismo inicio y, por último, la adquisición y desarrollo, dependen en gran medida del medio en el que vive el sujeto. Por lo tanto, el hombre, cuando nace, hereda toda la evolución filogenética; pero el resultado final de su desarrollo, corresponderá con las características del medio social en el que viva (Vigotsky, 1987). 

       Muchas investigaciones, han revelado la gran significación de la estimulación del lenguaje desde los primeros días de vida para el desarrollo de los niños, así como el papel que desempeñan los factores ambientales para favorecer dicho desarrollo integral. No es necesario solamente influir cuanto antes, sino que, además, esta influencia sea participativa y tenga un impacto en el crecimiento bio-psico-social del niño o de la niña. De aquí, que la implicación  de la familia sea primordial y para ello hay que ayudarles, orientarles y prepararles. Esa es una tarea necesaria que asumir. Esto, no debe ser algo que le suponga a la familia una carga extra a la educación que ya les brindan a sus hijos, sino que sea un hecho que ayude a potenciar su desarrollo (Arias, 2019). 

            Es importante tener en cuenta que los primeros años de vida, es cuando el niño se encuentra en su mejor estado para la adquisición de las habilidades fonético-fonológicas, morfosintácticas, semánticas y pragmáticas que resultan necesarias para facilitar los intercambios comunicativos de los niños con su entorno. Así, es comprensible la gran importancia y la necesidad que tiene la detección precoz de cualquier dificultad o alteración en el desarrollo del lenguaje en la etapa infantil, pudiendo ser predecibles manteniéndonos atentos frente a los diferentes signos de alarma, especialmente en niños en situaciones de riesgo (Fernández Pérez de Alejo, 2012).

            Desde el nacimiento, el niño recibe diversa información del medio ambiente, desde sonidos, luz, la textura de la piel de su madre o la del pañal… Todos estos aspectos van influyendo en el niño/a y dando nociones a su desarrollo. Los padres, suelen mantener una relación muy estimulante con el niño desde el momento en que nace, lo que ayuda al desarrollo adecuado de su lenguaje. Hablarle al niño mientras se le da de comer, se le baña… le va estimulando lingüísticamente para comunicarse, además de darle seguridad y una sensación de protección. 

            Unas semanas más adelante, la estimulación más adecuada del lenguaje, será ir nombrando, de forma natural, las cosas y las actividades que se van realizando (“toma el biberón”, “ahora te pongo el calcetín”, “vamos a poner el oso en la mesa”…). Siempre es conveniente que el adulto denomine las cosas y las situaciones por su propio nombre, y no usar diminutivos u otros términos simplificados. Así, el niño, comenzará a ir asociando conceptos a palabras, que después usará él mismo, tras escuchar numerosas repeticiones. Aquí el niño irá comprendiendo palabras, aunque aún no las exprese. 

            Otro consejo es darle un adecuado énfasis a lo que el adulto va nombrando, que normalmente a los padres le sale de forma natural. Enfatizar en el objeto o situación concreta sobre la que se quiere hablar. También es importante darle respuesta a las expresiones que vaya teniendo, aunque al principio no sean adecuadas, ya que poco a poco se irá modelando esta articulación. 

            Cuando va apareciendo vocabulario expresivo, se pueden ayudar con juegos de preguntas y respuestas simples (¿dónde está la nariz?...), para que el niño vaya encadenando palabras y asociando partes del cuerpo y organización espacial. A medida que gana vocabulario, la mejor forma de modelar el habla, en sentido general, será darle un modelo correcto por parte del adulto. 

            En el momento en que el niño va teniendo unas habilidades lingüísticas mayores, no solo debemos hablarle, sino también saber escuchar lo que tiene que decir, ya que eso, además, hará que aumente su interés por hablar. Es importante darle su tiempo, dejarle que termine por sí mismo lo que quiere decir y no cohibirle en sus intentos de hablar. 

            Por lo tanto, verbalizar nuestros actos, mantener conversaciones con ellos desde que nacen, escuchar, darles su tiempo de expresarse y por supuesto, consultar a un profesional ante una duda, son recomendaciones para un buen desarrollo lingüístico en las primeras semanas de vida de los pequeños. 



Referencias bibliográficas


1)  Arias González, M. (2019). Una propuesta de estimulación del lenguaje para niños con Retraso Simple del Lenguaje.

2)    Fernández Carrocera, L. A., Fernández Sierra, C. L., Barrera Reyes, R. H., Arreola Ramírez, G., Ibarra Reyes, M. D. P., & Ramírez Vargas, M. N. (2000). Neurodesarrollo a los dos anos de edad en recién nacidos con peso menor o igual a 1 000 g. Bol. méd. Hosp. Infant. Méx, 488-96.

3)    Fernández Pérez de Alejo, G., & Pons Rodríguez, M. (2012). Texto para los estudiantes de las carreras de Licenciatura en Logopedia y Educación Especial. Segunda Parte. Capítulo, 2.

4)    González Zúñiga Godoy, C. I. (2007). Los programas de estimulación temprana desde la perspectiva del maestro. Liberabit, 13(13), 19-27.

5)    López Salas, D. M., & Puebla Caballero, N. D. M. (2014). Acciones intersectoriales en la estimulación temprana del desarrollo del lenguaje. Humanidades Médicas, 14(3), 659-675.

6)    Vigotsky, L. S. (1987). Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 456.


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