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Rehabilitación tras un implante coclear

Sandra Corvo Macarro

La sordera, pérdida de audición o hipoacusia son conceptos que se refieren a la pérdida o disfuncionalidad de la fisiología anatómica o del sistema auditivo y que, como consecuencia generalmente, una dificultad para oír, y con ello, dependiendo del momento en el que aparezca, una dificultad en el acceso al lenguaje oral. Las consecuencias que puede tener una pérdida auditiva, también sobre el desarrollo comunicativo y/o lingüístico, podrán variar en función del momento de aparición (prelocutiva o postlocutiva), del tipo (neurosensoriales o conductivas) y del grado de la pérdida (leve 20-40 dB, moderada 40-70 dB, severa 70-90 o profunda +90 dB), y si involucran a uno (unilateral) o a los dos oídos (bilateral).



Habrá situaciones, e las que la pérdida auditiva pueda suplirse mediante la colocación de un audífono, sin embargo, en los casos de pérdidas más graves, se indica el uso de implante coclear.

¿Qué es un implante coclear?

 

Un implante coclear es un dispositivo electrónico que permite oír a las personas con un déficit auditivo severo. No es igual que el audífono, ya que soluciona problemas auditivos diferentes. El implante coclear es colocado mediante una intervención quirúrgica y se conecta directamente al nervio auditivo. Realiza una sustitución de la función de las partes dañadas del oído interno.

El dispositivo consta de dos partes, una que es interna y otra externa, que se unen mediante un imán. La parte interna va colocada bajo la piel, en el hueso que rodea al oído y la parte externa está unida por fuera a la parte interna mediante el imán. La parte externa lleva un micrófono que es el que recibe la señal acústica, un procesador del habla, una antena y un cable. Es la parte encargada de la recepción del sonido, de su conversión en señal eléctrica y de cómo enviarlo después a la parte interna del implante (que se encuentra subcutánea). La interna, consta de un receptor que es el encargado de recoger las señales enviadas por la parte externa del implante y una vez que son codificadas, se las envía mediante una señal eléctrica al cerebro, y así la persona, lo percibe como sonido.



El implante no es un amplificador, sino un codificador. Su tarea es realizar el trabajo de la cóclea, por lo que la información que da el implante es representativa del sonido original, pero es limitada. Lo que se escucha no es igual desde el implante que desde la audición normal, debido a que el rango de frecuencias es menos rico con el implante, sin embargo, se estimulan las zonas de la cóclea que procesan las frecuencias auditivas que pertenecen al lenguaje.

 

Estos dispositivos pueden clasificarse en función de varios criterios: por la forma de tratamiento de la onda sonora (extracción o no de los distintos formantes del sonido), por la ubicación de los electrodos (intra o extracocleares) o por el número de canales (mono o multicanales). Otra forma de clasificación es en función de la colocación de los electrodos dentro de la cóclea (si están laterales o perimodiolares), por su método de estimulación (pulsátil, continua, monopolar o bipolar) o por la forma de transmisión de las señales a nivel de la piel (transcutáneas o percutáneas).



Elegir uno u otro implante se realizará en función de la gravedad y del tipo de pérdida auditiva. Si la pérdida es conductiva, no se obtienen resultados con la amplificación convencional, entonces se usarán implantes osteointegrados o de oído medio, en los que se usa la vía ósea para transmitir las vibraciones hasta el oído interno o nervio auditivo a través del hueso del cráneo o de la cadena de huesecillos. Si la pérdida es neurosensorial, no se suple con audífonos, y se usará el implante coclear o el implante de tronco del encéfalo (este segundo para pacientes con agenesia o aplasia del nervio coclear, si hay osificación severa de la cóclea y/o malformaciones del oído interno).


¿Para qué se usa el implante coclear?

 

Cuando un niño nace sordo, el implante coclear otorga la posibilidad de escuchar los sonidos y aprender a hablar oralmente. Si es el caso de una persona que ya aprendió a hablar y después perdió la audición, el implante le dará la posibilidad de volver a oír de nuevo. Por lo tanto, gracias al implante, las personas con problemas de audición, tiene posibilidad de recuperar esa pérdida, mejorando así su calidad de vida, aumentado su desarrollo social y, además, potenciando su autonomía.


Es imprescindible para alcanzar los mejores resultados y conseguir las máximas mejoras, comenzar el trabajo lo antes posible, especialmente si se trata de niños que se encuentran en su etapa de adquisición del lenguaje.


¿Quién es candidato al uso de un implante coclear?

 

Los implantes cocleares suponen una solución a las personas que sufren hipoacusia sensorial profunda, es decir, a nivel del oído interno (de forma uni o bilateral), y que no son beneficiarios del uso de audífonos. Tras su valoración por parte de un otorrinolaringólogo, se determinará si la persona es candidata al uso del o de los implantes cocleares.


Estos dispositivos, como ya hemos indicado anteriormente, pueden ser dirigidos para personas con sordera congénita como para aquellas que han perdido la audición de forma progresiva o repentina.


En las personas prelocutivas, el implante no es sinónimo de curar la hipoacusia. Por sí mismo no hará que el niño/a aprenda a hablar, sino que permitirá que escuche sonidos que antes no podía escuchar. Después del implante, es cuando comienza el proceso de habilitación a la escucha y deberá irse habituando a los sonidos del habla y practicando con ellos de forma continua para aprender el lenguaje oral. En los adultos que se les realiza la colocación de este dispositivo, tras una pérdida de audición, volverán a oír, aunque el sonido será más eléctrico al que antes percibían.


Lo más recomendable es que el diagnóstico de hipoacusia se realice en los primeros seis meses de vida, para así poder iniciar la rehabilitación de la forma más precoz posible. Además, existe un período “crítico” desde el nacimiento, hasta los cuatro años de edad, donde el proceso de adquisición del lenguaje se produce de forma óptima. La información auditiva que se recibe durante este período es esencial para que se puedan establecer las características funcionales y morfológicas definitivas de las áreas corticales del lenguaje y de la audición.


Las técnicas de screening auditivo que más se utilizan son las otoemisiones acústicas (OEA) y los potenciales evocados auditivos del tronco cerebral (PEATC). La más utilizada entre estas dos es la PEATC-A, ya que, aunque es más cara que las OEA, y lleva más tiempo su aplicación, explora la vía auditiva desde el órgano receptor hasta la entrada en el encéfalo, detectando y descartando la mayoría de patologías retrococelares, como las neuropatías auditivas, una limitación que tiene la técnica de OEA.


Una vez valorada la audición, se deriva a pediatría, donde se hará una exploración completa que establezca un diagnóstico etiológico y si hay presencia de signos neurológicos focales, valorar la maduración del sistema nervioso, la dotación cognitiva disponible o la maduración afectiva del niño.



¿Qué ocurre tras la colocación del implante?

 

Cuando se logra obtener la suficiente información se establece una línea de base de la que partir y orientarse en el tratamiento en las diferentes direcciones:


·      Aquellas pérdidas auditivas que se pueden suplir con audífonos, se beneficiarán de la estimulación de atención temprana.

·      Cuando la pérdida es grave será candidato a implante coclear, y deberá realizar rehabilitación auditiva tanto pre como postquirúrgica.


Es decir, la rehabilitación auditiva temprana de estos niños resulta de gran importancia. Irá combinada con sesiones de programación del implante, en las que se va aumentando la carga de intensidad en las diferentes zonas de la guía del electrodo, según qué sonidos molesten o incomoden a la persona.


Cuando se confirma que la persona es candidata a implante, se debe establecer de manera inminente el tratamiento pre-quirúrgico. En el caso de niños muy pequeños, en estas sesiones suelen estar acompañados por algún familiar, para que el niño esté lo más cómodo posible y que el tratamiento se vuelva totalmente eficaz y generalice el aprendizaje con la adecuada motivación y estimulación, sin conductas de rechazo. Es importante elegir un material adecuado para trabajar en función de sus gustos e intereses, para poder asegurarnos el mayor rendimiento. El objetivo principal de este tratamiento pre-quirúrgico es estimular los restos auditivos presentes en el niño y que han sido analizados en las pruebas audiométricas.


Cuando un paciente comienza a usar su o sus implantes cocleares, de manera inmediata va a empezar a percibir sonidos. Sin embargo, como hemos adelantado, será completamente necesario un entrenamiento para poder entender los sonidos que oye.  Si la persona ya hablaba de manera oral antes del implante y tenía audición, su entrenamiento será más rápido, debido a que su cerebro ya interpretaba esos sonidos. Por otro lado, en los niños que nacen sordos, el entrenamiento que deben recibir es completamente necesario para permitirles progresar cuanto antes en la adquisición de habilidades auditivas y lingüísticas.



El desarrollo de la terapia post-quirúrgica en el implante coclear ha de seguir unas fases establecidas. Será con terapia logopédica con lo que se vayan consiguiendo los objetivos de cada fase y se pase a la siguiente en el orden adecuado. Además, para comprobar los avances, se realizarán periódicamente audiometrías de seguimiento desde el servicio de ORL, por lo que la coordinación es imprescindible. Las fases de intervención logopédica son:


1)    Detección: El niño debe señalar si hay o no sonido. Se pueden plantear diferentes ejercicios en los que se producen sonidos con instrumentos, voz, entorno, etc. y deberá indicar si oye el sonido.


2)    Discriminación: Esta fase se enfoca a la adquisición de la capacidad de distinguir si hay dos o más sonidos iguales. Se consideran parámetros como duración, intensidad, melodía o timbre.


3)    Identificación: Deberá escoger entre varias opciones que se le presentan. Se trata de identificación en formato cerrado. Se irá aumentando la dificultad con sonidos, palabras, frases…


4)    Reconocimiento: El niño debe reconoce dentro de un formato abierto tanto sonidos como palabras, frases…


5)    Comprensión: Se trata de utilizar el lenguaje en un contexto natural, sin ayudas ni referencias. Después se pasaría a trabajar con ruido de fondo, con la televisión u otro sonido ambiental, y como último objetivo se trabajaría la conversación por teléfono.


En cualquiera de las fases se establecerán diferentes niveles de dificultad. No todos los pacientes son capaces de conseguir los mismos avances en la rehabilitación después del implante, por lo que es de gran importancia tener en cuenta las diferencias personales, la edad auditiva, la estimulación que han recibido, la pérdida auditiva o la posibilidad de ganancia con el implante, así como el compromiso de la familia o la presencia de un ambiente social favorecedor. Por eso, es muy importante que el logopeda acompañe desde el inicio a la familia durante este proceso.


Conclusiones

 

Los implantes cocleares son una de las aportaciones de mayor importancia en la tecnología médica en el área de la sordera profunda hasta la actualidad. Gracias a ellos, aprender la lengua oral es mucho más asequible para personas con pérdida auditiva severa o profunda. En las personas con sordera post-locutiva, los implantes cocleares facilitan la recuperación de la percepción del habla. En la pre-locutiva, los implantes cocleares precoces han trasformado por completo las expectativas de la intervención educativa en los niños con sordera profunda.


El papel que tenemos como logopedas en este proceso rehabilitador es de gran importancia, debiendo conocer cómo funciona el dispositivo, y saber administrar los test específicos de esta área, utilizar de manera adecuada las estrategias que permitan desarrollar las habilidades auditivas del niño con pérdida auditiva, así como disponer de herramientas y recursos de asesoramiento a las familias.


Será la actuación precoz y coordinada con el resto de profesionales durante las diferentes fases del proceso lo que posibilite y favorezca un adecuado desarrollo del lenguaje.



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